El Gobierno central ha pisado el
acelerador en esta deriva autoritaria que lo aleja mucho de lo que debe ser
nuestro marco democrático de convivencia. Pocas veces podrá asistirse a una
vulneración tan grotesca de un derecho fundamental como la que ahora está infligiéndole
a los trabajadores de la contrata de seguridad del aeropuerto del Prat. Esta mañana
me entrevistaba una periodista de Infolibre y, en relación con el arbitraje obligatorio,
le mostraba cierto escepticismo: dudo mucho que lo decidan en el Consejo de
Ministros de hoy, le decía con mi ingenuidad habitual y muy a pesar de lo que
adelantaban los medios de comunicación. Me parecía demasiado ensañamiento con
unos trabajadores los servicios mínimos al 90 por 100, el esquirolaje a través
de militarización y el laudo obligatorio. Pero la autoridad gubernativa no quiere
ahorrarse ninguna munición contra los trabajadores de Eulen.
Quizá ahora convenga recordar que
el centro del conflicto consiste en la subida retributiva reclamada, de 350
euros en el más elevado de los casos y para neutralizar una doble escala
salarial existente en la empresa Eulen en relación con los vigilantes de
seguridad. Es decir, nada comparado con la desmesura de otras reglas colectivas
que en su momento pactó Rafael Arias Salgado cuando era ministro de Aznar con
cierto sindicato corporativo. Es la forma de hacer de ciertos Consejos de
Ministros: fortaleza con el débil y debilidad con el machote.
También conviene recordar qué es
Eulen: una empresa multiservicio que, básicamente, cede mano de obra y unas
pocas cosas más a empresas contratantes, en gran parte entidades públicas. Es
decir, una actividad muy levemente distinta de la de una empresa de trabajo temporal.
Tan levemente que sería cosa de preguntarle al Tribunal de Luxemburgo si se
parece demasiado a una ett. Además,
Eulen es una empresa con una fuerte pulsión para negociar convenios de empresa.
Es decir, una empresa que saca mucho provecho de la reforma laboral de 2012 y
tiende a evitar la aplicación de convenios de sector. Quizá por eso gana tantas
licitaciones públicas.
No he leído la resolución de la Delegación
del Gobierno de Cataluña sobre el establecimiento de servicios mínimos al 90
por 100. Doy por supuesto que le habrá echado mucha literatura al asunto. Aceptado
lo del servicio esencial, lo de las fechas de gran desplazamiento de personas y
lo de la duración del conflicto, establecer un 90 por 100 del funcionamiento
normal es excesivo. Se parece demasiado a éste ¿Dónde queda la proporcionalidad
de sacrificios? La sentencia del Tribunal
Constitucional llegará tarde, como siempre. Los del PP no aprenden de la marea
de recursos de amparo estimados con ocasión de la huelga general de 2002. O
aprenden: saben que, a toro pasado, el asunto solo nos importa a unos pocos.
Lo de la Guardia Civil es algo
más novedoso. El argumento de la amenaza terrorista no merece mayores comentarios
en el contexto en el que se produce. La medida de intervención consiste en el
esquirolaje a través de un cuerpo de naturaleza militar. Yo hoy no he estado en
el Prat, pero los medios de comunicación dicen que realizaban el mismo trabajo que
los de Eulen. Por lo tanto, estaban sustituyendo a los huelguistas. En la tele
se veía más o menos que eso era así. Es más, un periódico tan poco sospechoso
de complicidad con los huelguistas como “Expansión” titulaba en su edición de ayer
que “la presencia de la Guardia Civil en El Prat reduce las colas en el primer
día de huelga indefinida” Me imagino que el asunto también llegará al Tribunal
Constitucional para que se pronuncie sobre esta bizarra medida del Gobierno. No
sé, pero me da la impresión de que no se ha consultado a las partes en
conflicto sobre la conveniencia de recurrir a la Benemérita. Claro que eso al
Gobierno le importa un rábano. Y mucho menos le importa lo que opine el Comité de
Libertad Sindical, que está muy clarito.
Y ahora el arbitraje obligatorio.
En la web de La Moncloa de hoy se manifiesta la oronda preocupación del Gobierno
por preservar la imparcialidad del árbitro. Para eso las partes pueden alegar
en 24 horas. Como estamos en ese plazo, me atrevo a sugerir al de la foto.
Habría que resucitarlo, pero sería el mejor para dictar laudo en relación con
el aeropuerto de Barcelona. Lástima que en la referencia del Consejo de
Ministros no se nos cuente lo de la situación excepcional, pero a lo mejor la
puede apreciar ese que veía penalties donde no los había. Otro árbitro,
difícilmente.
El Gobierno es imparcial: una
empresa pública como Aena ha contratado el servicio de seguridad con una
empresa que es de las más aplicadas en utilizar la reforma de 2012. Sus altos
directivos y administradores no tienen ningún vínculo con el Papo. Por mucho
que se busque, no aparecerá nada., ¿verdad?
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