Hace
años yo era un poco más duro, pero ya no tengo el cuerpo para dejar a mucha
gente suspensa. Además, he de reconocer que tengo unos alumnos y alumnas que no
me merezco. Así que ni siquiera me dan motivos. Por eso me ha llamado tanto la
atención hoy la comparecencia de Sor Fátima ante los medios de comunicación
para hablar del nuevo Real Decreto que regula el contrato para la formación y
el aprendizaje. Mañana no podré decir en clase que es necesario hablar bien en
público para el desarrollo de una profesión cualificada en el ámbito de las
relaciones laborales. Me contestarán que, por lo menos, puedes ser un farfullas
y llegar a Ministro de Empleo. No es claro que en el escalafón del Papo ser
Ministro de Empleo se considere una profesión cualificada, pero al parecer se
puede acceder a la zona reservada de la Moncloa y tener coche oficial, de esos
que ahora la vicepresidenta dice que van a escatimar mucho.
Que la elocuencia no sea virtud
de Sor valga. He aprobado a muchos que se ponían muy nerviosos en un examen
oral. Pero si aún encima no tiene ni idea de qué habla, la cosa pinta peor. El
desempleo, en el contrato para la formación, no se reconoció a partir de la
reforma de 2012. Tampoco en la reforma de 2012 se estableció el 25 por 100
mínimo de tiempo dedicado a formación. Y la idea de engarzar el contrato en el
sistema de cualificaciones ya se desarrolló ampliamente en el Real Decreto-ley
de agosto 2011. Tampoco es una novedad el tema de la teleformación, aunque sí
un enorme paso atrás para solaz de empresarios medianamente defraudadores. Por supuesto,
en el discurso de Doña Fátima el contrato no tiene una trayectoria histórica, y
mucho menos se reconoce que la reforma de 2012 con respecto a esta modalidad no
es sino un pequeño retoque de la anterior de 2011.
Pero lo más grosero e
indocumentado de su discurso se refiere a la ampliación del colectivo
destinatario hasta los treinta años. Como se sabe –bueno, lo sabemos los que
algo estudiamos derecho del trabajo- esa ampliación se introdujo en 2011 como
una medida transitoria hasta 2013, a fin de absorber los parados ya no tan
jóvenes de la construcción sin cualificar. La reforma de 2012 extiende la
ampliación hasta que el desempleo baje del 15 por 100. Es decir, ad kalendas graecas. Lo coyuntural se
convierte en estructural, no al servicio de un problema concreto, sino del abaratamiento
de las condiciones de trabajo.
Bueno, habría muchas más cosas,
pero no estoy para escuchar otra vez cómo balbucea la señora Báñez, que ya es
tarde. Si quiere aprobar conmigo, más que rezar a la virgen, debía hacerme
llegar unas buenas botellas de aceite de oliva virgen, que con lo de la paga
extra suprimida los funcionarios nos vendemos muy barato. Pero, dado el tema de
hoy, se nota que la ministra no tuvo una transición fácil del mundo académico al
profesional. Aunque, al final, le va bastante bien. Salvo cuando la obligan a
hablar en público.
Solo una corrección. Posiblemente la ministra de empleo sea un travestido. Hay sospechas que se llama Wenceslao y que eso explica que como Fátima no exista hoja laboral ni cotizaciones ni nada. Es otra persona. Eso también explica los balbuceos en público, un problema de dudas sobre su real identidad como ministra/o. Lo que no se salva es del resto de las mentiras e inconveniencias del discurso. Pero es que es del Partido Popular. Hay que entenderlo, puesto que mintiendo y engañando llegaron al poder.
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