28 jul 2018

SEGURIDAD SOCIAL DE LOS TRABAJADORES A TIEMPO PARCIAL: ¿PARA QUE VALE EL LÍO DEL COEFICIENTE DE PARCIALIDAD?






Para nada. Después de que el Tribunal de Justicia de la UE dictase la sentencia Elbal Moreno –que obligó al Tribunal Constitucional a poner el freno y marcha atrás, como los personajes de Jardiel Poncela y dictar la STC 61/2013, muy lejos de sus primeras y condescendientes intenciones- el Gobierno se vio en la obligación de aprobar el chusco RD-ley 11/2013, luego tramitado como Ley 1/2014. El año 2013 fue el año del paroxismo de las leyes inexplicables, pero el premio óscar lo alcanzaron el “coeficiente de parcialidad” y la organización de las comisiones negociadoras de las modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo. Leyes dictadas con el objetivo de disfrazar inconstitucionalidades con regulaciones de interpretación imposible. Todas ellas todavía en vigor, por desgracia.

Viene esto al caso porque hoy se ha publicado en el BOE el Real Decreto 950/2018, de 27 de julio, por el que se modifica el Real Decreto 625/1985, de 2 de abril, por el que se desarrolla la Ley 31/1984, de 2 de agosto, después de que en el asunto Espadas Recio el TJUE declarase el sistema español incompatible con la Directiva 79/7/CEE. Regula este tema de una forma sencilla, clara y coherente con el principio de igualdad entre trabajo a tiempo parcial y trabajo a jornada completa: el cómputo de todo el período de alta, con independencia de cuántas horas se hayan trabajado cada día y si se prestan servicio o no todos los días laborables. Fácil y comprensible, aunque uno no sea un especialista en interpretar oráculos.

Dicho lo cual, ¿no es hora de cambiar el art. 247 de la LGSS y todos los preceptos concordantes? Estudiantes y docentes de Seguridad Social estaríamos muy agradecidos, porque explicar y aprobar la asignatura sería mucho más fácil. Las personas que accedieran a las prestaciones también, porque por fin el sistema no sería sospechoso de albergar inconstitucionalidades. Pero, sobre todo, ganarían la racionalidad y el sentido común. El otro día fue a un acto muy pepero y oí de mi presidentiño Mr. Bean unas 99999999 veces la expresión “sentido común”. Está claro, pues, que una reforma como la que pretendo le encantará al señor Married y a su florido grupo parlamentario.

Claro que sería cosa que de paso derogaran el art. 12 del ET. Vamos, que lo derribaran y edificaran otro con bases distintas, que el de ahora no vale para nada. Aunque parece que ese asunto es un poco más complicado. Pero podrían orientarse por alguna proposición de ley que ha llegado al Palacio de San Jerónimo. Por desgracia, no al Pazo de San Xerome, porque ahí sería más fácil que se hiciese algo razonable, pues allí mandaa mi buen amigo Antonio López, el que sale en la foto.

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